Es inspirador ver como los saberes ancestrales, las tradiciones y las costumbres viajan a través del tiempo, entre generaciones y lugares.
El 13 de noviembre pasado Baltazar Ushca, ‘El último hielero del Chimborazo’, recibió el doctorado ‘Honoris Causa’, reconocimiento académico entregado por parte del Instituto Tecnológico Latinoamericano de Liderazgo de México, a su valioso aporte y esfuerzo por mantener viva una tradición.
El ascenso a las faldas del imponente Chimborazo, inició hace más de 100 años, cuando los hieleros emprendían largas caminatas en busca de minas de hielo en donde con ayuda de picos y palas esculpían cubos perfectos de agua congelada, que luego eran envueltos cuidadosamente en paja para conservar su estado y transportarlos hasta Riobamba.
Era allí, en el Mercado de la Merced y pequeños negocios aledaños en donde todos lo comercializaban, también en donde estos gigantes cubos de hielo eran combinados con fruta fresca y convertidos en deliciosos helados, granizados y jugos. Pero este no se trata de cualquier jugo, es el ‘Rompe Nucas’, que no solo es famoso desde entonces por su preparación con hielo del coloso andino, la alfalfa y frutas como la mora, la naranjilla, el tomate de árbol, sino también al que los antepasados le atribuyen ser bueno para los huesos.
Actualmente Baltazar, quien aprendió todo acerca de esta ardua labor con su padre, es el único que sigue realizando esta admirable actividad y continúa proveyendo a los mismos sitios, para que al igual que hace décadas atrás se sigan preparando los tradicionales helados, raspados y rompe nucas con el famoso hielo dulce del Chimborazo.
Baltazar, es un ejemplo de perseverancia y supervivencia, pese a ser una labor que demanda considerable fuerza física, tiempo, paciencia, enfrentarse diariamente a muy bajas temperaturas y recibir una mínima recompensa económica. Él lo ha hecho con la misma pasión, a más de 5000 metros de altura por más de la mitad de sus años de vida. Para Baltazar, la satisfacción trasciende mucho más allá del aspecto económico, es el orgullo de nunca haber dejado de hacer lo que desde siempre le dio sentido a su vida y lo especial que fue heredarlo de su padre.
“Seguiré sacando hielo pues es mi vida”
, dice.
Su constancia y lucha diaria le ha permitido no únicamente recibir este valioso reconocimiento. Hace unos años atrás su vida fue plasmada en un documental presentado en el ‘Tribeca Film Festival’ en New York, del cual sus propios ojos fueron testigos en la Gran Manzana. También a Taita Ushca, se le han dedicado libros y sigue siendo parte de incontables reportajes y artículos.
El ver reflejado toda la sabiduría, el esfuerzo, constancia y recompensa en este maravilloso guerrero es un enorme recordatorio de lo importante que es preservar, compartir y valorar todo aquello que envuelve una tradición, todo lo que representa y simboliza.
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