Historias, identidad, diversidad y geografía se plasman en la música y la danza tradicional del Ecuador.
La grandeza del mosaico cultural del Ecuador –al igual que su biodiversidad– no guarda relación con el tamaño del país andino. Pese a sus 283.560 km², Ecuador es el centro de origen de 13 diferentes nacionalidades indígenas, según cifras del Sistema Integrado de Indicadores Sociales del Ecuador. De estas nacionalidades se desprenden un sinfín de expresiones culturales que conforman una identidad variopinta e inagotable en simbología y significados.
¿Qué es la tradición? ¿Existe una cultura “esencial”, y quién define esa cultura? ¿Qué representa la cultura para una sociedad? Cuando nos chocamos con la palabra folclore (o en inglés folklore), es casi imposible no relacionarla con los coloridos textiles y artesanías de los pueblos indígenas o autóctonos de una región. Sin embargo, aquello va mucho más de un producto visto como un souvenir o recuerdo de viaje. Como explica su etimología, “folk” significa pueblo, y “lore”, significa “saber o conocimiento”. En otras palabras, el folclore es el saber del pueblo; un tema tan amplio y maravilloso que da lugar incluso a carreras que se dedican exclusivamente a su estudio y preservación.
La RAE define al folclore como un conjunto de costumbres de carácter tradicional y popular, mientras que el Diccionario Folklórico Argentino incluye a esta definición a las artesanías, bailes, chistes, costumbres, cuentos, historias orales, leyendas, música, proverbios y supersticiones de un pueblo o cultura.
Desde el extremo más remoto de la Patagonia hasta Rusia, en la otra esquina del mapamundi, en todo rincón existe un folklore que siempre significará ese retornar a nuestras raíces. Sin importar dónde te encuentres o de dónde vengas, este siempre hará vibrar la memoria de nuestros genes, ya sea al ritmo de un flamenco o de un san juanito.
Diferencias entre nosotros hay muchas, y de ahí proviene la diversidad. Podemos discutir si un apellido es más español que otro, pero no podemos discutir la belleza de las tradiciones y bailes ecuatorianos, que combinan la historia y las vivencias de los que primero habitaron nuestro pequeño país con la influencia del español conquistador.
La cultura también se vive, se crea, y se practica. El centro cultural Ayazamana en Queens, por ejemplo, comenzó como una iniciativa para apoyar al grupo de baile folklórico del cual toma su nombre. Hoy en día, Ayazamana, promueve la cultura ecuatoriana a través de diferentes expresiones artísticas.
Con la buena voluntad que se caracterizan, el equipo de Ayazamana instauró un programa de baile abierto al público al cual le sumaron una versión para niños, al igual que programas musicales. Con la misión de dar a conocer el folklore ecuatoriano en medio de una ciudad cosmopolita y llena de culturas como es Nueva York, se propusieron como meta llevar a cabo eventos que resalten y eduquen al público sobre nuestras costumbres y tradiciones, meta que han cumplido con éxito por 6 años consecutivos.

Los ecuayorkers tenemos la suerte de poder presenciar un pedacito de eso que extrañamos gracias a Ayazamana.
Aquí un video de la celebración al folklore ecuatoriano en Nueva York a través del trabajo de Ayazamana:
Como escribió una vez Alexander von Humboldt, los ecuatorianos somos seres raros y únicos, que dormimos tranquilos en medio de crujientes volcanes, que vivimos pobres en medio de incomparables riquezas y que nos alegramos con música triste. Pero olvidó mencionar que también le bailamos al sol en el Inti Raymi y al cuerpo de Cristo durante el Corpus Christi. Y es precisamente en la danza folklórica que juntamos armoniosamente lo que somos, lo que sabemos y lo que tenemos.
Bailamos con la música creada con rondadores de carrizo, con nuestro maíz y flores sobre nuestras cabezas. Alardeamos nuestros guangos o trenzas. Nos decoramos el pecho con metales para celebrar la cosecha y al cóndor. Nos envolvemos en macanas tejidas por nuestras mujeres en telares de cintura con esos exquisitos bordados de infinitos colores donde dejan sus ojos. Y nos disfrazamos del diablo que, lejos de significar maldad, representa esa lucha hacia la imposición católica, esa energía vital que hace que todo se recicle para dar vida a nuevos comienzos, el Diablo Huma.
en cada paso que damos nos conectamos con nuestra Pacha Mama, tejiendo trenzas con cintas cuando nos entrecruzamos con nuestros compadres y comadres alrededor de un poste al que llamamos Tucumán.

La cultura es ese hilo conductor que nos entrelaza en comunidad, es aquello que no se puede robar, ni que se pelea en el testamento; es ese sentir de nuestros pueblos, lo que de cierta forma nos define y lo que nos hace pertenecer a algo más grande.
Más información sobre bailes y tradiciones del Ecuador: www.tradicionesdelecuador.com
HOLA